RUTA
Día 1 Lozoya-Casais da Serra- Rio
Maior
Dia 2- Foz do Arelho- Rio Maior
Dia 3- Lisboa.
Dia 4 - Foz do Arelho-Salinass de
Rio Maior
Dia 5 – Caldas da Rainha
Dia 6- Óbidos- Foz do Arelho
Día 7 - Casais da Serra-Lozoya
Esa tarde la dedicamos a instalarnos, hacer compras en el cercano Rio Maior y descansar. Este último, aunque no es especialmente turístico, ofrece todo lo necesario, incluyendo buenos lugares para comer y un ambiente tranquilo que se agradece en plena masificación turística
Dia 2- Foz do Arelho- Rio Maior
Estamos en julio, y de vacaciones, así que hoy nos disponemos a ir a Foz do Arelho, una joya en la costa portuguesa, fue nuestro destino para el día. Su extensa playa está dividida por la laguna de Óbidos -lo que te permite bañarte sin que coger una cistitis-, es perfecta para disfrutar del sol. la playa es espectacular, es el típico lugar, con sus chiringuitos, restaurantes, tiendas etc. En fin, el sitio está muy bien, muy agradable, hay muy buen ambiente, hay gente pero para nada agobiante.
Almorzamos en un chiringuito junto a la playa, saboreando
especialidades como el bacalao.
Después, exploramos los miradores cercanos, disfrutando de
paisajes costeros espectaculares desde donde puedes dar un corto paseo y
disfrutar de paisajes de la costa en un entorno más natural.
Tras un día de playa regresamos al alojamiento para
ducharnos. Posteriormente salimos a dar una vuelta por Rio Maior, que como señalábamos
anteriormente. No se trata de un lugar especialmente bonito, pero bueno, tiene
sus zonas y sus lugares, es más, nos encontramos con una pequeña zona que
recordaba un poco a la ciudad de Praga. Por la noche, encontramos una vinoteca
encantadora donde cenamos prosciutto, quesos locales y vino de la región.
Portugal nunca decepciona con sus vinos ni con sus precios razonables. No solo
cenamos muy bien, sino que compramos algo de vino de la región. En Portugal los
vinos también son muy buenos. En general nos pareció bastante barato.
Regresamos al alojamiento disfrutando de una magnifica temperatura y es que, una cosa que no olvidaremos de este viaje es que en España había una ola de calor, sin embargo, esta zona, aun estando bastante al sur, no sufre de esos males, tenemos unas temperaturas buenísimas, más propias de Galicia, sobre todo por la noche.
El día de hoy está reservado para
Lisboa, nos queda a poco más de una hora, y aunque ya lo conocemos de otro
viaje que realizamos hace años, ahora está Benyi con nosotros y queremos que lo
conozca. Cuestión distinta es cuanto le guste a él pasear, ver monumentos etc.
Pero bueno, intentamos que le pille el gusanillo a los viajes. La idea es llegar y dar un paseo relajante
sin pretensiones.
Así tras un viaje de una hora,
entramos en Lisboa en coche, que como toda gran ciudad sufre de un gran volumen
de tráfico, y por supuesto cuando no dominas una ciudad, como conductor,
también puede generar un poco de estrés, pero vamos cuestiones habituales. Así
que dejamos el coche en un parking céntrico, pero no en todo el meollo y nos
dispusimos a caminar. El parking muy barato, el coche estuvo todo el día y
apenas costo 10€.
La primera vez que fuimos a Lisboa hace años, volamos con
una low cost y llegamos a la ciudad muy muy temprano, estaba vacía, calma y
tomamos un café y una gran tostada en un bar de una de sus plazas más
céntricas. Sin embargo, estamos en julio, han pasado años y deben ser como las
11 de la mañana, esto está a tope.
Como aparcamos un poco retirados
nos dirigimos caminando hacia el centro, recorrimos parte de la Avda Alma
Reins, aparcamos a la altura de la parada de metro “Anjos”. Resulta curioso
pero aunque todavía estamos en un barrio residencial, ya se puede apreciar una
mezcolanda de turistas, con residentes de todas las nacionalidades. Proseguimos
el camino rumbo a las zonas más turísticas, Chiado, Baixa de Lisboa, etc. Y por
el camino lo vamos alternando con la entrada en diferentes comercios, ya sea
para comprar trapos de cocina o chucherías.
Cuando viajas a un destino fuera
de tu país, nunca sabes si regresaras, esto es aplicable también a España, pero
nosotros solo tenemos esa sensación cuando salimos fuera. Seguramente porque
hay muy que ver. Por eso, en las pocas veces que vuelves a un lugar en el que
has estado, es todo extraño, te sientes un poco como en tu casa, o al menos eso
nos pasó en Lisboa. Es como si hubiéramos estado hace poco.
Una cuestión si ha cambiado, la
ciudad, es mucho más turística en todos los sentidos, pero está cuestión ya
está instaurada en demasiadas partes del mundo, qué le vamos hacer, a la gente
le gusta viajar. Es más, para comer, buscamos un sitio de comida típica
portuguesa, pero cuando llegamos a lugar, era una especie de grastro bar sin
ningún tipo de comida portuguesa, nos quedamos porque era tarde, pero da un
poco de pena, la verdad. En Madrid por ejemplo en el centro cada vez son más
los comercios de toda la vida que están cerrando y que se conviertes en lugares
“muy de moda” pero muy deprimentes la verdad, donde había mercería ahora te
ponen pan de masa madre o te venden un pincho de tortilla por 10€. Pues esto
también ha pasado en Lisboa.
Otra situación interesante fue
cuando -después de comer- quisimos coger el tranvía 27 – como antaño- y nos
dimos cuenta, que es imposible, hordas de turistas lo hacen casi imposible, al
final cogimos el 28 que hace un recorrido parecido al menos a Benyi les gusto
-como experiencia- nunca había subido a un tranvía. Nos da pena porque esos tranvías
los usan los residentes para moverse, más si cabe, en Lisboa con los desniveles
que tiene. Llegamos desde fuera y arrasamos. (nosotros los primeros por
supuesto).
Pues así fue, como fuimos pasando el día que culminamos tomando un helado maravilloso y unos bollos de Belém en la Confeitaria Nacional Praça da Figueira. Magnifico establecimiento con suculentos mangares y nada caro.
Después de la merienda regresamos al parking y dejamos Lisboa atrás, preguntándonos si será la última vez.
Dia 4 - Foz do Arelho-Salinass de Rio Maior
Por la tarde acudimos a visitar
las Salinass de Rio Maior un pintoresco complejo de salinas rodeado de tiendas
artesanales y restaurantes, recuerda un poco a un pueblo del oeste porque todos
los chiringuitos así están dispuestos. Comimos en “solar do sal” un lugar del
que solo diremos que además de barato, y de lo bien que atienden, hemos comido
el mejor pollo asado (es la especialidad) de todas nuestras vidas. Superando
incluso a uno que en una ocasión nos hizo Juanito en Cuba.
Caldas da Rainha surge como una
estupenda sorpresa, responde un poco a la forma de ser de mucha geografía
portuguesa, que, en un primer vistazo, no encuentras belleza, la gente comenta
en ocasiones – que si está muy dejado- pero luego, si le das una oportunidad te
llevas grandes sorpresas. Así, este lugar es una localidad de tamaño medio, con todos los servicios y con un
pequeño casco antiguo muy agradable de pasear, con buenos sitios para comer y
disfrutar. Así fue como esa mañana llegamos a este lugar del que nunca hablamos
odio a hablar.
Tras aparcar fácilmente nos
dispusimos a dar un paseo. En dirección al centro compramos algo de vino en una
tienda que amablemente nos guardó las botellas para recogerlas después. Y así
tal como decíamos nos adentramos en un casco muy interesante en un gran estado
de conservación. Y con una oferta hostelera variada. Aunque quizás lo que a nosotros
más nos llamó la atención es el “Parque Dom Carlos I” enclavado en el centro de
la ciudad, tiene museos, un pequeño lago, juegos para niños e incluso un
restaurante. El lugar es sorprendente la verdad, montamos en la típica barca
para turistas y dimos un paseo con un bote que no éramos capaces de gobernar,
pero por nuestra torpeza natural. Comimos allí mismo en un restaurante que hay
y bueno bien, sin más. Después de comer Benyi disfruto del típico coche-bici y
pudo darse unas vueltas muy divertidas.
Después por la tarde nos tomamos
un helado y regresamos a la playa simplemente a estar un ratillo por allí y jugar
con avión de juguete. El ambiente era muy agradable, el escenario del festival
que comentamos anteriormente estaba ensañando y había ambiente pre-concierto,
pero con los pies en la arena, estuvimos allí un buen rato disfrutando de
juegos y de la playa.
Después eso regresamos a descansar.
Dia 6- Óbidos- Foz do Arelho
La señora que nos alquiló la vivienda nos entregó un mapa con varios lugares indicados de interés. La verdad es que nunca habíamos oído hablar de Óbidos. Así que en el sexto día de nuestro viaje decidimos pasar a ver que encontrábamos. ¡que sorpresa nos llevamos! ¡Qué lugar! Llegamos a una ciudad amurallada impresionante, con el aliciente de que además se estaba celebrando un mercado medieval que te traslada en el tiempo, así que estaba lleno de puentecillos artesanales ex muros. Dentro de las murallas encontramos un lugar increíble, en un estado de conservación sorprendente.
La zona del castillo la cierran y para pasar tienes que sacar una entrada que te permite acceder y pasar por unas horas como si fueras parte del medievo, además nos pareció entender que la entrada incluía algo de comida y bebida. El espectáculo consiste en una recreación donde la aldea se llena de figurantes y actores vestidos de época. Animación, tabernas etc. El precio de la entrada no nos pareció barato. Por lo que decimos no sacar la entrada y nos propusimos volver en otra ocasión donde poder ver el núcleo del castillo de un modo libre y con menos gente. No es que tengamos nada en contra ni mucho menos, pero depende del tiempo que tengas, las ganas y la capacidad de aguantar el bullicio que cada uno tenga.
Por lo demás y al margen del castillo,
pues la ciudad tiene un caso histórico muy bonito y agradable que bien merece
una visita, en un estado de conservación muy bueno. Bien es cierto que bueno, hoy en día, todas
las ciudades/pueblos con cierto interés turístico se van pareciendo un poco, es
decir, tiendas de souvenirs y restaurantes variados. Esto es así. A todos nos
gusta tomarnos algo no? Pero a la vez, los sitios cada día son más parecidos.
Así que permitirnos citar a Jack Sparrow en Piratas del Caribe cuando encuentra
el Kraken muerto << el mundo sigue siendo el mismo, pero con menos
alicientes>> .
El pueblo se recorre con un paseo
de corto recorrido. Comimos allí en un lugar un poco cutre, nos pusieron en una
mesa en la azotea cerca de lo que parecía un baño, en fin un sitio de batalla,
de mantel de papel y servicio regularas, la comida normalita pero bueno matamos
el hambre.
Antes de irnos compramos a Benyi
un collar que le habíamos prometido si nos dejaba ver la ciudad sin dar mucho
el peñazo ja ja ja, y oye, cumplió.
Por cierto, cuando nos marchamos
por la tarde la gente que acudió todavía era peor, supusimos que es porque en
el castillo por la noche hacen algún tipo de espectáculo o similar, pero la
gente lejos de marcharse seguía viniendo. Menos nosotros que si nos marchamos,
nuestra última tarde quisimos estar un ratito más en la playa así que volvimos
por Foz do Arelho para poner el broche final.
Nuestro último día fue exclusivamente para regresar. El
viaje de vuelta fue largo y algo pesado, pero lo hicimos con la satisfacción de
haber disfrutado de una semana maravillosa. Portugal nos ha vuelto a conquistar
con sus paisajes, su gente, su gastronomía, y ese encanto especial que lo hace
único.
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